El 17 de febrero de 1591 era bautizado en la iglesia de Santa Tecla (Játiva), el que con el paso del tiempo se convertiría en uno de los artistas más destacados y característicos de la pintura europea del siglo XVII: José de Ribera.
Nacido en el hogar de un modesto zapatero, es muy poco lo que se conoce de su infancia y sus años juveniles, pero se sabe que muy joven abandonó Játiva para trasladarse a Valencia, donde con toda seguridad conoció la obra de Ribalta que debió impactarle de manera especial.
Apolo desollando a Marsias, 1637
Hacia 1610, y tal vez buscando nuevos horizontes formativos y laborales, Ribera se marchó a Italia, residiendo primero en Lombardía, para después visitar Parma, donde estudió la obra de Correggio, Venecia y Roma, ciudad que le permitió conocer tanto a Rafael como las novedades aportadas por los Carracci y su clasicismo boloñés, y a Caravaggio, con su innovador tenebrismo.
Finalmente se estableció en Nápoles en 1916 hasta su muerte en 1652. Contrajo matrimonio con Catalina Azzolino, hija del pintor siciliano Juan Bernardo Azzolino, que de alguna manera le sirvió de trampolín para hacerse un lugar en el ambiente artístico napolitano.
Sagrada Familia con Santa Catalina
La influencia de Ribera en Nápoles fue grande, pudiéndose contar entre sus discípulos artistas tan destacados como Gian Battista Caracciolo, Césare Francazano, Salvatore Rosa y Lucas Jordan.
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